miércoles, 11 de abril de 2007

Rimas


Pasó por esta posada hace ya largo tiempo. Llegó exhausto tras un penoso viaje y durante su breve estancia aquí enfermó de unas graves fiebres que lo tuvieron recluido en cama durante una semana entre terribles delirios. Tratando de encontrar una causa, o acaso un remedio para su mal, me atreví a rebuscar entre los avíos del joven. No hallé nada que pudiera ayudarle en aquel trance, tan sólo unos legajos en los que, con letra temblorosa, estaban escritos los siguientes versos:


¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¡Que es poesía!, Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

*

Por una mirada, un mundo,
por una sonrisa, un cielo,
por un beso..., yo no sé
que te diera por un beso.

*
Como se arranca el hierro de una herida
su amor de las entrañas me arranqué,
aunque sentí al hacerlo que la vida
me arrancaba con él!

Del altar que le alcé en el alma mía
la Voluntad su imagen arrojó,
y la luz de la fe que en ella ardía
ante el ara desierta se apagó.

Aún turbando en la noche el firme empeño
vive en la idea la visión tenaz...
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
en que acaba el soñar!

Y estos son apenas algunos ejemplos que mi pobre cabeza recuerda, pues aquellos papeles rebosaban genio y tristeza, desgarrada melancolía que llegó al corazón de este pobre posadero. El joven logró sobreponerse a las fiebres y una mañana fresca y brumosa dejó la posada. Recuerdo con claridad su atormentada figura desvaneciéndose en la niebla...

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