miércoles, 25 de abril de 2007

Humillación


Se detiene a pocos pasos de la dama, que contempla absorta el crepitar del fuego.
Hinca una rodilla ante ella y ofrenda su espada con ambas manos, como si ante un dios estuviera.
En ese momento la dama se vuelve. No dice nada. Mira al caballero como si lo viera por vez primera. ¿Es tristeza lo que asoma en su mirada? ¿O es acaso compasión, compasión por el antaño soberbio y bravo caballero, reducido ahora a la condición de siervo de su voluntad? No dice nada. Sus labios se curvan en una levísima sonrisa, bálsamo reparador para el malparado orgullo del caballero.
- No-dice con dulce voz-. Hoy no.
Con suave ademán de media vuelta y se pierde en las tinieblas. Queda el caballero arrodillado y solo a la luz del hogar. Su armadura y su espada brillan con un fuego acerado.
Pero nada de eso importa ya

No hay comentarios: