viernes, 13 de abril de 2007

Silencio


Silencio. Negrura. Silencio. Tiniebla. Silencio. Oscuridad.
Silencio, silencio, silencio..
Nada ve el caballero, cegado por sus lágrimas. Nada oye, ensordecido por su pena. Desesperado, arroja con furia su espada lejos de sí. Está rota, es ahora un inservible pedazo de metal sin tan siquiera el filo suficiente como para acabar con su vida de forma honrosa.
El caballero deambula como alma en pena sin destino alguno, sin esperanza ya, esa esperanza que un día alumbró su corazón, llama poderosa que acabó abrasándolo, destrozándolo por dentro.
Si al menos pudiera el caballero escuchar el sonido de sus propios pasos contra el suelo. Pero eso le diera tal vez esperanza, esperanza en que seguía vivo y en que algún día, y de algún modo que no lograba adivinar, podría escapar, volver a ver la luz, volver a escuchar aquella voz. Su voz.
Silencio.

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