lunes, 30 de abril de 2007

Ira


En el aire queda tan sólo su recuerdo, su esencia. Sin embargo, sus palabras palpitan aún en el corazón y en el ánimo del caballero.
Un nuevo sentimiento, desconocido y poderoso, se abre paso en su interior. Ha sido ultrajado, rechazado como un vil bufón. Deja caer la espada que mantenía todavía alzada en señal de respeto y sumisión. El acero golpea el frío suelo, y los ecos del sonido se extienden por el oscuro salón.
Lentamente, el caballero se incorpora, los puños crispados, las uñas clavadas en la carne hasta que la sangre aflora. Ha sido rechazado. Tras reunir las fuerzas y el valor, tras haberse humillado, rebajado a la categoría de siervo, ha sido despreciado. El caballero tiembla de rabia e ira, pero también de impotencia. Recoge la espada que yace abandonada y con cuidado, tras besar su filo, la devuelve a su vaina.
Nunca más. Nunca más...
Y con paso decidido, abandona la estancia.

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