martes, 23 de diciembre de 2008

Lluvia

Se da la vuelta a trompicones y emprende una huída desenfrenada. Nada le importa ya, sino alejarse cuanto antes de la joven. Las ramas arañan su rostro, desgarran sus ropas, hieren sus brazos. Las retorcidas raíces de los árboles lo hacen tropezar una y otra vez, entorpecen su camino. Una nueva caída, un latigazo en el tobillo. El suelo aproximándose a toda velocidad. La cabeza golpeando con ruido sordo contra una roca. Una calidez ya conocida deslizando por la frente, llegando a la sien.

Oscuridad…

Un gran salón inundado de luz. El sonido de una risa juvenil. Correteo de ligeros pasos sobre baldosas de mármol de color esmeralda. Blancas columnas tras las que una joven pareja forcejea en enconada lucha que es también baile agitado. El joven se impone finalmente y silencia la alegre risa al unirse a la joven con un tierno beso. Por unos instantes se hace el silencio en el gran salón…

La lluvia golpea insistentemente las hojas de los árboles, interpretando una oscura melodía que acalla cualquier otro sonido. En medio de la espesura, el caballero yace inconsciente, la sangre corriendo por pequeños riachuelos que la lluvia comienza a formar.

Un aullido rasga el aire…

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