lunes, 27 de agosto de 2007

Ventisca

Comienza nuevamente a nevar. Al poco, la ventisca es ya tan poderosa, que el caballero apenas puede mantenerse erguido.
Se quita con tranquilidad cada una de las placas que componen su armadura, negra como una sombra entre los copos que caen.
La tormenta arrecia.
El caballero empuña su espada, otea el horizonte, pero el viento a levantado un capa de nieve tan densa que apenas distingue lo que tiene delante. Sabe que está rodeado de hondos precipicios, que un mal paso le podría deparar una muerte horrible.
Acelera poco a poco su caminar. Sin apenas darse cuenta se encuentra corriendo veloz sobre la nieve, al encuentro de una muerte que de un modo u otro se le muestra esquiva.
De pronto nota como pierde pie. Al fin.
Cierra los ojos mientras cae.


La caída es más breve de lo esperado, el dolor, más intenso de lo deseado. Un sabor que no le es del todo extraño en la boca. Sangre. Pero continua vivo.
Grita a la muerte, la llama desperado mas la Negra Señora no atiende sus suplicas.
Ha corrido en pos de la muerte y ésta parece rehuirlo, entonces esperara su llegada en ese mismo lugar.


La nieve cubre poco a poco el cuerpo de un caballero, de un hombre herido.
Al cabo el sol brilla sobre una forma inerte.

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