El caballero ha bajado finalmente la cabeza, incapaz de sostener la mirada al anciano, cuya momentánea ira parece sin embargo haberse aplacado con rapidez, dando paso de nuevo a una tranquilidad absoluta.
- Vos, caballero, sois un ser desgraciado y maldito. Vagáis sin rumbo alguno, perseguido por vuestros propios recuerdos, de los que jamás lograréis libraros. Sois vuestro peor enemigo, vuestro más implacable juez y vuestra alma no conocerá descanso en este mundo. Estáis condenado.
Sin embargo, os ofrezco una oportunidad. Uníos a mí, sed mi paladín y luchad por mi causa. De sobras sé de vuestra más que demostrada habilidad con el acero y sé también que un día no hace mucho fuisteis hombre gallardo y cortés, un verdadero caballero. Uníos a mí y recobrad al fin la honra perdida. Seguidme y encontradle un nuevo sentido a vuestra vida. Sed de nuevo un caballero.
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